El masaje metamérico está considerado como una terapia neural: actúa desde la periferia mediante el estímulo cutáneo y produce un efecto en los órganos a través del reflejo víscero-músculo-cutáneo. Este masaje consiste en el tratamiento de las diferentes zonas metaméricas en la superficie cutánea del cuerpo, ya que un órgano enfermo puede producir síntomas en una zona determinada del cuerpo con la que está relacionado: dolor, tensiones, alteraciones vasomotoras.
La maniobra principal en este tipo de masaje se denomina «trazo»: consiste en un estiramiento del tejido superficial, de la piel, de una manera suave y constante. Así, el estímulo es un ligero estiramiento sobre la piel, sin presionar, ya que con la presión podríamos disminuir el efecto deseado.
El masaje metamérico es especialmente útil en el caso de recuperación de accidentes traumáticos, ya que facilita la regeneración ósea y de los tejidos afectados. De igual forma, cuando una persona ha de permanecer mucho tiempo inmovilizada, este masaje evita o retrasa la formación de úlceras, llagas, edemas o procesos degenerativos. Pero también es muy utilizado para el tratamiento de numerosas patologías, así como para mejorar la calidad de vida de una forma sencilla y muy efectiva, por eso el lema es «pequeños estímulos con grandes beneficios».