¿Qué es el tabaquismo?
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el tabaquismo es una dependencia a la nicotina del tabaco, la cual genera diversas enfermedades en el cuerpo humano, después de una ingesta constante de esa sustancia y de otras que entran al torrente sanguíneo en cada inhalación.
Ante tal situación, se sabe que el consumo de tabaco es una de las principales causas de mortalidad en el mundo y por ello se ha desarrollado conciencia de las desventajas del tabaquismo. Así, desde hace algunos años, muchos han intentado abandonar el cigarrillo (puro o pipa), y han utilizado terapia de reemplazo de nicotina y algunas otras que incidían en el comportamiento del fumador.
En España, según datos oficiales, anualmente se registran unas 60.000 muertes ocasionadas por el tabaquismo, entre las que se encuentran el cáncer de pulmón, vejiga y páncreas, así como por enfermedades coronarias, cardiovasculares y pulmonares. Otros efectos secundarios del abuso del tabaco son el envejecimiento de la piel, arrugas, daños a la dentadura, mal aliento y manchas en las uñas.
¿Cómo afecta el tabaco a la química cerebral?
Entre lo seres humanos, el hecho de pensar, sentir, ver, comprender, tener hambre o enamorarse - por citar algunos ejemplos de actividad psíquica - son acciones que se producen gracias al sistema nervioso, fundamentalmente por el cerebro. Las emociones y los sentimientos no pueden existir sin el conjunto de reacciones químicas y de movimientos celulares que se generan en las células cerebrales. Los fenómenos mentales son el resultado de un conjunto de actividades moleculares altamente organizadas llevadas a cabo por las células nerviosas.
Un cambio en la conducta o en estado de ánimo comporta un cambio en la química cerebral. A la inversa una alteración interna, o inducida externamente, de la química cerebral supone una modificación conductual o anímica. Aunque el ser humano, como ser social, como ser que se relaciona con un entorno, también modifica el funcionamiento de su cerebro a partir de la información que le viene del exterior: la administración de drogas, como el tabaco, altera la química cerebral.
Los científicos que investigan los efectos de las drogas, persiguen desde hace tiempo la búsqueda en el cerebro de receptores específicos para cada una de las diferentes drogas. Pero ni siquiera en el caso de la más común de las drogas occidentales, el alcohol, ha sido posible localizarlo. La razón es bien simple: en general afectan a varios receptores a la vez y sus efectos son una mezcla diversa de alteraciones.
En el caso del tabaco el fenómeno es aún más complejo, ya que los componentes activos que contiene emulan o están relacionados con unas u otras sustancias del cerebro implicadas en su actividad química, pero, al igual que ellas, ni su efecto es único, ni inciden solo en un área.
¿El tabaco es una droga blanda o dura?
Se tiende a clasificar a las drogas en duras y blandas, magnificando los efectos de unas y disminuyendo los de otras. En realidad hay usos duros y usos blandos de casi todas las drogas y las condiciones personales o ambientales pueden hacer problemático el uso de una droga que en principio, no lo es.
En cualquier caso, el tabaco es una droga fumada, lo cual hace que pase directamente a la sangre a través de los pulmones y alcance en pocos segundos el cerebro. Por suerte, el cerebro está bañado por el líquido cefalorraquídeo que restringe el paso de muchas sustancias químicas. Gracias a esta barrera no todas las moléculas del tabaco afectan al cerebro.
Al final, la mayoría de las sustancias que contiene el tabaco serán eliminadas a través del sistema circulatorio por la metabolización llevada a cabo en el hígado. El hígado está altamente especializado en transformar y hacer inactivas las sustancias químicas ajenas al organismo.
Las alergias y problemas del aparato respiratorio.
Una de las más importantes es el asma bronquial, que se presenta con más frecuencia en hijos de fumadores.
La bronquitis, una inflamación de los bronquios (conductos en que se divide la tráquea) presenta uno de los síntomas más notorios o «la tos del fumador».
El enfisema pulmonar.
Debido a que los fumadores sufren baja de defensas es común que sean atacados por diversos virus, como el de la influenza (gripe).
Problemas en el corazón y en la circulación de la sangre.
La cardiomiopatía o alteración de un músculo del corazón, que hace al individuo más susceptible de sufrir infartos o insuficiencia cardiaca.
Los fumadores también pueden desarrollar un padecimiento llamado enfermedad periférica vascular. En este padecimiento la cantidad de oxígeno que requiere el corazón para trabajar normalmente disminuye, lo que ocasiona que el fumador haga mayor esfuerzo físico en sus actividades diarias.
Esta misma falta de oxígeno también puede provocar otra enfermedad llamada angina de pecho y que se manifiesta con dolor en esa parte del cuerpo al realizar algún esfuerzo físico.
También se pueden hacer más estrechos los vasos sanguíneos (las diminutas venas que llevan la sangre por el cuerpo). Si a esto se le agrega una dieta no adecuada, es decir con gran cantidad de grasas animales, entonces es posible que se formen coágulos que impidan el paso de la sangre por esos conductos (vasos sanguíneos).
Otro de los problemas más frecuentes es que las plaquetas (células de la sangre) se peguen unas con otras, se acorte su vida, se reduzca el tiempo de coagulación de la sangre y ésta se haga espesa.
Infertilidad.
Se ha encontrado una relación directa entre el tabaquismo y la imposibilidad de tener hijos. El hecho de que cualquiera de los integrantes de la pareja fume puede retrasar la concepción. Esto puede deberse a que tanto los espermatozoides como el óvulo ya han sido dañados por el cigarro o porque la nicotina afecta los niveles hormonales que controlan la fertilidad.
Síndrome tabáquico fetal.
El bebé, aún antes de nacer, ya es víctima de los efectos de la nicotina, el monóxido de carbono y otras 4.000 sustancias tóxicas, lo que puede provocar un nacimiento prematuro o bajo peso al nacer.
Asimismo, los fumadores están expuestos a diversas sustancias que pueden provocar cáncer, e incluso mayor acidez en el estómago, la cual conlleva a la gastritis y úlceras.
Si usted está conciente de que cualquiera de estas afecciones puede atacarle si continúa fumando, es importante que sepa que su médico particular o encargado de algunas clínicas de tabaquismo pueden ayudarle a dejar de fumar con un nuevo producto farmacológico.
(Tomado del libro de Juan R. Villaverde, Técnicas para dejar de fumar, Madrid, Ed. Mandala, 2007)
Nuestro método terapéutico
En mi libro cito ocho métodos diferentes para tratar la adición al tabaco, cada uno de ellos con mayor o menor grado de efectividad y adaptado a las circunstancias pesonales de cada paciente. Pero después de haber tratado durante treinta años a muchos pacientes, el método que mejores resultados ofrece es el combinado de auriculoterapia y homeopatía.
El proceso consiste en colocar tres microagujas en puntos específicos del pabellón auricular, correspondientes a terminaciones nerviosas, con la finalidad de controlar el «sóndrome de abstinencia», por un lado, e inducir a un estado vagotónico, por otro lado.
Estas minúsculas agujas las llevará el paciente implantadas durante una o dos semanas hasta que sus niveles de ansiedad hayan disminuido o desaparecido por completo.
Por otro lado se deberá de tomar algún remdio homeopático, preferentemente una isoterapia del tabaco que fume la pesona, con el fin de ayudar a la desintoxicaicón y la eliminación de las sustancias tóxicas.